Los regalos de Navidad
El síndrome del niño hiperregalado es una de las consecuencias de nuestra manera de consumir, que afecta a los más pequeños. En esta entrada te contamos en qué consiste y cómo evitar que ocurra.
Llega la Navidad y, con ella, el ansiado momento tan esperado por los más pequeños de la casa. Sus Majestades los Reyes Magos traerán montones de regalos. Y no sólo ellos, también Papa Noel, quien se ha instalado poco a poco en nuestro país. Además, las visitas de familiares a los que hace tiempo que no vemos suelen desembocar en algún que otro detalle que se va sumando al total de presentes recibidos. Quizá también alguna promesa por buenas notas que toca cumplir… La lista es interminable.
La ilusión de los niños en Navidad rodea todo su mundo. La inocencia que transmiten nos contagia de su alegría. Los anuncios televisivos no dejan que la emoción se disipe y nos recuerdan que es nuestro momento, que tenemos que cumplir sus expectativas. No podemos defraudarles.
Por otra parte el año termina. Sin darnos cuenta, hacemos balance de la temporada vivida, los planes que cumplimos y los que programaremos para el siguiente. Es una época que se asocia a la familia. Las emociones están más accesibles y, quizá por esta razón y sin ser conscientes de ello, tratamos de compensar los momentos que no estuvimos en casa con nuestros hijos comprándoles todo aquello que nos piden.
En un instante vemos a nuestro hijo o hija rodeado de paquetes que según termina de abrir, sin dedicarle más de 5 minutos, lanza a un lado para continuar con el siguiente sin que parezca que le ha impresionado demasiado. Entonces, nos preguntamos ¿será lo correcto? Parecen muchas cosas… ¿este año Melchor, Gaspar y Baltasar no se habrán excedido? ¿Es conveniente que nuestros pequeños reciban esta avalancha de regalos? El síndrome del niño hiperregalado
No es inusual encontrarnos con la desagradable sorpresa de ver cómo, a pesar de recibir tal cantidad de regalos, nuestros niños siguen mostrándose frustrados e incluso enfadados, cuando reciben algo que ellos no habían pedido… ¡Incluso después de haber satisfecho toda su lista inicial!
Por otra parte, cuando ya son conscientes y recuerdan Navidades pasadas, sus expectativas se crean también por comparación con lo que esperan que van a recibir sus amigos. Al final acabarán más preocupados por la cantidad de cosas que les van a traer que por la calidad de las mismas. Poco a poco les vamos instruyendo en la sociedad del consumo. Se vuelven impacientes y egoístas, se acostumbran a que todos sus caprichos se satisfacen en muy poco tiempo y no consiguen llegar a valorar lo que reciben.
Así, muchos de los regalos que nos piden han sido elegidos a través de unos anuncios diseñados para ellos. Anuncios que les resultan muy atractivos, destacando sus efectos visuales y sonoros, pero sin posibilidades de juego reales mas allá del diseño original. En un afán de lograr el mayor número posible de cosas, se eligen sin criterio y acaban poco tiempo después abandonados en un rincón. No consiguen centrar su atención en ninguno. Pasan de uno a otro sin jugar más que unos minutos con ellos. En lugar de desarrollar su imaginación y creatividad, los llevamos a un estado de dispersión e hiperactividad sin habérnoslo propuesto. Compartir momentos de calidad con los niños
Los padres somos conscientes de que en la vida adulta cuesta mucho esfuerzo lograr nuestros objetivos. Y, a pesar de todo, muchas veces no conseguimos todo lo que nos proponemos. Es una realidad para la que tenemos que preparar a nuestros hijos, pero esta sobredosis consumista parece caminar en dirección opuesta… ¿Qué podemos hacer para que aprendan a tolerar la frustración que tarde o temprano experimentarán?
La respuesta parece sencilla…reducir la cantidad de objetos materiales que les damos y sustituirlo por lo que de verdad demandan los niños de nosotros: nuestra atención y nuestro tiempo. ¿Y si no disponemos de mucho tiempo libre?Ciertamente al final del día, después de correr de un lado a otro, del estrés y del cansancio acumulado, no nos sobran grandes cantidades de tiempo. Por eso, lo más recomendable es pasar tiempo de calidad con ellos. Hay que prestar a nuestros hijos e hijas atención de calidad. Es decir, intentar que durante el ratito que les dedicamos disfruten de una experiencia agradable. Si compartimos nuestras cosas con ellos, nos interesamos por las suyas y conectamos a nivel emocional, le habremos regalado, ahora sí, un momento de calidad que les aportará mucho más valor que el mismo rato de juego con unos objetos parlanchines.
Cómo escribir la carta a los Reyes Magos
Llegados a este punto, tampoco vamos a dejar a los pequeños sin sus regalos, puesto que seguramente alguno de ellos si sea una auténtica ilusión y lleve tiempo soñando con él. En este caso, una espera razonable le aportará ese valor añadido y contribuirá a desarrollar su paciencia.
Con respecto a la redacción de la carta, no hay que permitirle “pedirse” todo aquello que vean en el catálogo de la juguetería de turno. Debemos hablar con el niño sobre cuáles han sido sus juguetes favoritos y lo que más le ha entretenido los últimos 3 ó 4 meses. A continuación, abriremos el catálogo por esa sección y dejaremos que elija lo que más le atraiga. Después, puede completar con algo de otras secciones para que varíe, pruebe cosas nuevas y explore otros intereses.
Siempre es muy recomendable añadir un libro con el que fomentar su imaginación e interés por la lectura, así como algún objeto útil que necesiten.
Y sobre todo, podemos aprovechar la ocasión para practicar otro momento de calidad. Es buen momento para interesarnos por las aficiones, intereses e ilusiones de nuestros seres queridos y ayudarles a potenciar sus talentos innatos, que se habrán revelado con más claridad a través de este sencillo ejercicio.