La 40ª Conferencia General de la UNESCO proclamó el día 14 de marzo de cada año como Día Internacional de las Matemáticas. En muchos países, el 14 de marzo ya se venía celebrando como el Día de Pi (3/14), por lo que la resolución de la UNESCO consolida el reconocimiento actual a las matemáticas por su importante papel para hacer frente a los desafíos de nuestro tiempo en ámbitos como la inteligencia artificial, la salud, el cambio climático, la energía, el desarrollo sostenible y la mejora de la calidad de vida de la sociedad en general.
El lema de este 2022 es Las matemáticas nos unen, porque se articulan con un lenguaje universal, que nos permite comunicarnos de forma unívoca y eficaz, independientemente de nuestra raza, cultura o país de procedencia, desvelando secretos y alcanzando mundos que ni los sentidos ni el lenguaje verbal pueden revelar.
A pesar de ello, gran parte de los escolares afirma tener problemas con las matemáticas. De hecho, los datos confirman que en torno al 73% del alumnado tiene alguna complicación con esta asignatura. Pero cuando los niños tienen dificultades con las matemáticas, esto no significa que no sean inteligentes o que no se estén esforzando lo suficiente.
El miedo a las matemáticas y a suspenderlas puede afectar negativamente a la percepción que tienen los alumnos de ellas y de sí mismos. ¿Cómo podemos ayudar a nuestro hijo para que no tema las matemáticas, sino que disfrute aprendiéndolas?
A todos los niños les encanta aprender, pero solo cuando les proporcionamos el contexto y los retos adecuados. Es difícil que un niño disfrute con las matemáticas si el reto propuesto está muy encima de lo que puede abarcar en ese momento. Detecta lo que sí puede hacer y construye el camino a partir de ahí. ¡No olvides celebrar cada esfuerzo y cada conquista, por pequeña que sea! En función de su habilidad actual, quizá lo más adecuado sea reforzar conceptos previos para consolidar una buena base, o quizá proporcionarle estímulos de cursos más avanzados, porque cada niño es diferente.
Para poder proporcionar a nuestro hijo un acompañamiento emocional adecuado, es aconsejable que los padres y madres nos reunamos con su tutor para conocer bien sus fortalezas y debilidades, de tal forma que podamos valorar sus esfuerzos y avances de una manera justa, proporcionada y, a la vez, estimulante y motivadora.
En este sentido, es esencial evitar que los exámenes se conviertan en un juicio a la inteligencia del niño. Los exámenes deberían ser una herramienta más de aprendizaje. No permitamos que nuestros hijos sientan que los exámenes son la vía para determinar lo que valen. Los exámenes nos permiten, por un lado, celebrar lo aprendido, y por otro, detectar áreas de mejora y oportunidades de aprendizaje. Solo eso.
Es importante, por tanto, que reflexionemos sobre el lenguaje con el que nos comunicamos con el niño. Cuando le decimos «Has sacado un 8, qué listo eres», le estamos diciendo implícitamente que, si no lo saca, no es inteligente. Las notas que sacan nuestros hijos no son consecuencia de lo que SON o no SON. Son consecuencia de sus habilidades y sus actitudes. Los exámenes nos permiten reforzar los buenos hábitos o reflexionar con ellos sobre cómo los malos hábitos tienen consecuencias negativas. Asimismo, deberían ser una oportunidad para que padres y profesores evaluemos si los contenidos conceptuales a los que se está enfrentando el niño se corresponden con los retos que puede asumir en ese momento y replantearnos sus necesidades individuales.
Planificar, practicar y aprender a aprender
Aunque a los niños les encanta aprender, es normal que presenten resistencia al esfuerzo que supone estudiar o realizar sus tareas. La mejor forma de ayudarles en este sentido es facilitando una buena planificación del trabajo dentro de su rutina diaria. Todos los niños pueden obtener buenos resultados si practican lo suficiente de forma constante y prolongada en el tiempo. Para que la estrategia tenga éxito, es importante que el material didáctico que le proporcionemos a nuestro hijo para que practique y desarrolle sus habilidades esté diseñado por profesionales y se asigne en función del nivel de competencia del niño, independientemente de su edad o curso escolar.
Pero ¿cuál ha de ser nuestro papel mientras nuestro hijo está estudiando o resolviendo sus tareas? Si queremos que las matemáticas, además de enseñarle conceptos, le ayuden a desarrollar sus habilidades y actitudes de forma integral, es esencial no acabar resolviendo sus tareas o dificultades por él. Anímalo a intentarlo por sí mismo, aunque la respuesta no sea correcta, a leer de nuevo el enunciado con más calma, a buscar información en el libro o en su cuaderno… ¡Enséñale a pescar!
Estos son los principios metodológicos en los que se basa nuestro programa de matemáticas. Los niños aprenden y desarrollan sus habilidades con un material didáctico y un plan de desarrollo que se adapta individualmente a la capacidad de cada uno, independientemente de su edad o de su curso escolar. El programa avanza con pequeños pasos desde las nociones más básicas, como reconocer los números, hasta contenidos matemáticos complejos, como el cálculo diferencial e integral. Además, en cada nivel de Kumon Matemáticas, los alumnos aprenden por sí mismos los nuevos contenidos conceptuales, desarrollando su autonomía y su capacidad autodidacta. Luego, trabajan sobre ellos hasta dominarlos profundamente. De esta forma, con confianza y dominio de lo anterior, los alumnos pueden enfrentarse por sí mismos a los nuevos contenidos del siguiente nivel, desarrollando así sus capacidades al máximo.